Monday, January 12, 2009

COMO EN LA ANTIGUEDAD, SE DECÍA QUE LOS HOMBRES VOLVÍAN AL QUINTO DÍA DESPUÉS DE HABER MUERTO. DE ESAS COSAS HEMOS DE ESCRIBIR


En los tiempos muy antiguos, cuando un hombre moría, dejaban su cadáver, así nomás, tal como había muerto, durante cinco días. Al término de ese plazo se desprendía su ánima, "¡sio!" diciendo, como si fuera una mosca pequeña.
Entonces la gente hablaba: "Ya se va a contemplar a Pariacaca, nuestro hacedor y ordenador". Pero algunos afirman, ahora, que en aquellos tiempos no existía aún Pariacaca y que el ánima de los muertos volaba hacia arriba, hacia Yaurillancha. Y que, antes que existieran Pariacaca y Carhuincho, los hombres aparecieron en Yaurillancha y Huichicancha.
Dicen también que, en aquellos tiempos, los muertos regresaban a los cinco días. Y eran esperados con bebidas y comidas que preparaban especialmente para celebrar el retorno. "Ya regrese", decía el muerto a la vuelta.
Y se sentía feliz en compañía de sus padres, de sus hermanos. "Ahora soy eterno, ya no moriré jamás", afirmaba.
Por esta causa, los hombres aumentaron, se multiplicaron con exceso. Y era muy dificil encontrar alimentos. Tuvieron que sembrar en los precipicios, en los pequeños andenes de los abismos. Vivían sufriendo.
Y cuando era así, tanto, el padecer, murió un hombre. Su padre, sus hermanos y su mujer lo esperaron. Se cumplió el plazo, llegó el quinto día y el hombre no se presentó, no volvió. Al día siguiente, en el sexto, llegó. Su padre, sus hermanos, su mujer lo esperaban muy enojados.
Viéndolo, su mujer le habló con ira: "¿Por qué eres tan perezoso?
Los demás hombres llegan sin fatiga. Tú, de este modo, inútilmente me has hecho esperar". Y siguió mostrándose enojada. Alzó una coronta y la arrojó sobre el ánima que acababa de llegar. Apenas recibio el golpe: "¡Sio!" diciendo, zumbando, desapareció, se fue de nuevo. Desde entonces, hasta ahora, los muertos no vuelven más.

Dioses y Hombres de Huarochirí
Narración Quechua Recogida por Francisco de Ávila (¿1958?)
Traducción: José María Arguedas

Foto: Nevado Pariacaca

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